martes, 29 de octubre de 2013

Carrera Popular Casco Antiguo 2013




Hoy sí 2+2=4
¿Carrerón? No, buena carrera. Lo que decían los entrenamientos se ha visto plasmado, ni más ni menos, en la última cita del Circuito de Carreras Populares del IMD del Ayto. de Sevilla.

Y no es poco, no me quejo, ni mucho menos. Cerré los puños con rabia al cruzar la meta, con satisfacción y felicidad plena al ver que esta vez la matemáticas sí funcionaban en el atletismo. Llevaba ya un tiempo que sin que me saliesen las cuentas y la cabeza se acuerda de esos borrones cuando toca sufrir compitiendo.

Durante la carrera la mente me hizo dudar, muchas veces, pero por fortuna las piernas mandaron, las sensaciones fueron de una energía tal que no tuve más remedio que echarle cuenta a ellas y mandar a paseo a las dudas y a los miedos. Vamos a la carrera.

La salida
Quizás el único pero. El único kilómetro malo creo que fue el primero. Como no una salida algo estrecha, mejorable, pero llena de insolidaridad y falta de respeto por parte de atletas que se cuelan a última hora cuando tú llevas 15 minutos “bien situado”. Al igual que aquellos, que sin tener acreditada la marca y por tanto sin tener derecho, acceden con una caradura tremenda y muy poca vergüenza al cajón cabecero habilitado para aquellos atletas más rápidos y que corren por debajo de 3’35”. Aquí el IMD podría también ser más estricto en el control de acceso, pero bueno, no vamos a poner un voluntario/policía detrás de cada atleta. Está en ellos mismos, como atletas, respetar al resto y a la prueba. Y que ni que decir tiene mi total repulsa a aquellos que recortan por aceras para ahorrarse metros y por ende engañar a la organización, al resto y lo que es más a sí mismos. En esta ocasión he visto alguna galería de fotos en las que se puede observar a un nutrido grupo de atletas, de todas los niveles, recortar por la acera. Estaría bien llevarle esas fotos, a modo de prueba, al IMD y descalificar a todos ellos. Pero por otro lado supongo que así se dejarían de ver esas fotos que tan generosamente muchos comparten y que a muchos nos gusta tener como recuerdo de una carrera o para ilustrar estas líneas. En fin, en conclusión, que en cada uno queda el hecho de que ha realizado esta marca pero ya no en un diez mil, sino menos de diez mil metros y que el primer perjudicado es uno mismo.

Bueno, ya me he despachado a gusto. Vamos al lío. Se da el tiro y es muy complicado dar la primera zancada, me estrujan, a los pocos metros piso algo. En una décima de segundo pienso que he pisado a alguien, pero poco después comprendo que ha sido una zapatilla que ha perdido un atleta que está parado en medio de todo intentando recuperarla. Dios mío la cantidad de golpes que se llevaría ese muchacho. No sé muy bien cómo, pero veo muchísima gente delante de mí -¿de dónde han salido? Si yo estaba bien colocado. Así que el primer kilómetro no fue bueno. Lo saqué a 3’45” pero la sensación fue de hacer una serie de mil, me metí un buen calentón adelantado y haciendo zig-zag.

Crucero
Afortunadamente llegando al arco de la Macarena ya se puede correr a ritmo. Me tranquilizo, controlo la respiración y la zancada empieza a fluir. Sigo pasando a gente, será la tónica de la carrera, e igualmente trato de buscar algún grupo interesante.

Delante ya observo a caras conocidas, -¡qué cerca estoy de ellos!, ¿Me estaré pasando? A la altura del nacimiento de la Carretera Carmona alcanzo un grupo donde va mi colega Marco A. Macarro. Comparto un tiempo con ellos, pero las piernas me piden que siga. No sin dudas me lanzo al siguiente grupo.

Les como metros con cierta facilidad. Ahora veo a Nacho García-Filoso, otro crack. Estamos llegando a El Prado de San Sebastián, paso junto a él nos animamos y sigo. Cada vez escucho más a las piernas y menos a la cabeza.

Poco antes del ecuador de la prueba con Nacho a la zaga.

Pasamos el ecuador de la prueba y sigo con una energía en cada zancada increíble, la mirada al frente y con seguridad aunque la cabeza siguiese elucubrando, no lo puedo evitar.

Justo al pasar junto a la Torre del Oro engancho a un grupo interesante. Van tres integrantes de los “Amigos del Parque María Luisa”, uno de ellos tirando del resto. Me pego a él y nos vamos a unos metros. Va animando al resto, vociferando, cuando se gira y me ve se extraña, mira más atrás y ve que dejamos al resto atrás. Echa el ancla. Toca seguir escalando.

Ahora veo delante de mía a Segis, -¡Vaya día Manolo! Antes de la prueba hablamos un poco de hacer la carrera juntos y tal. Él tiene bastante más nivel, mucho más, de hecho estaba en el cajón de los rápidos, pero tiene otros objetivos ahora. Me uno a él y me anima a seguir, a enganchar al próximo grupo. Me voy unos metros.

Dicho y hecho. Llegando al “Avenida 5 Cines” arribo a un nuevo grupo. También tirado por un atleta, sin dorsal, que va tirando de otros dos. Éste fue el chico con el que fui muchos kilómetros de la pasada maratón. Entonces yo cedí, ahora las cosas cambiaban. Seguí para delante sin parar un segundo.

Toca tirar de coco
Segunda pasada por Av. Torneo.
Volvemos a pasar por la zona de salida, lo que supone volver a recorrer la Avenida de Torneo, ahora en solitario, sin la marabunta. Ahora casi la echaba de menos, venía un viento en contra, no muy fuerte, pero que a estas alturas de la película te diezmaba un poco. Además delante ya no había grupos, sólo atletas sueltos.
 
Se encendía, como era natural, la luz de reserva. Ahora tocaba sufrir y tirar de coco. No paraba de decirme que era el día, de pensar en que quedaban poco más de dos kilómetros, en el trabajo hecho, en los sinsabores de competiciones anteriores. Era hoy, sí o sí. Otra cosa que animaba es que pese a todo seguía alcanzado a otros atletas y el giro hacia la Calle Calatrava no pudo llegar en mejor momento. Es en ligerísimo descenso, que uso para soltar brazos y piernas, y sobretodo ya te resguardas del viento.

Llegas a La Alameda de Hércules, -ya estoy, ya estoy. Llevo justo delante a María Belmonte, señal inequívoca que la carrera va bien. No la iba a alcanzar, no estaba cerca, y yo ya pensaba en el éxito y sigo tirando con lo que me queda. Llegamos a la Plaza del Duque y entre que voy ciego y que el siguiente atleta no está muy cerca no sé por dónde tirar, afortunadamente un policía me indica en última instancia. La Campana, cambio de asfalto a un adoquinado incomódísimo, Laraña y se ve la meta. No miro mi reloj voy con la vista clavada en la meta, tirando de lo que hay, que ya es poco.

Meta. Escoltado por Segis.
A unos doscientos metros de meta observo, aparcado, el coche que acompaña a los líderes con el cronómetro encima y marca, más o menos, 36:15. ¡Ostias! No es que dejase de tirar, pero ya me dio igual un poco todo. Disfruté esos metros finales muchísimo, cerrando los puños y pegando algún grito en meta ya con mi 36:46 según mi Garmin.

No tengo la certeza absoluta, pero en mis tiempos mozos no creo que mi marca en diez mil metros andase muy lejos de esta. Es más, diría que en carrera homologada podría hablar, sin lugar a dudas, de mejor marca personal. Así que pensad ahora como estoy de satisfecho.

Os dejo en enlace del Garmin: http://connect.garmin.com/activity/396076063

Ahora a disfrutar y descansar unas jornadas, pero pocas que toca volver a apretar pensando en la Media Maratón de Córdoba, donde volveremos a buscar mejor marca personal.






jueves, 24 de octubre de 2013

Ahora le toca a K-Swiss

Desde hace unos años, y especialmente desde que estoy desempledo, a la hora de comprar material deportivo en general y zapatillas en particular soy bastante cansino a la hora de trillar y trillar el mercado en busca de buenas ofertas.



Y siendo sincero, con paciencia y planificando con tiempo se pueden encontrar auténticas gangas si no eres fanático de un modelo o marca en concreto. Hay gente que le gusta pisar sobre seguro, nunca mejor dicho, y otros a los que les gusta probar cosas distintas de vez en cuando, lo que en sí conlleva un riesgo. Pero como dice un refrán portugués: “Quem não arrisca não petisca”, el que no arriesga no come/gana.



Por lo anteriormente expuesto de golpe estoy con Saucony, Diadora, Brooks, o unas Puma y ahora con K-Swiss. Este último paso fue más complicado. Una marca relativamente novata en el mundo del atletismo, de hecho centrada en el tenis y el padel fundamentalmente, y ahora también triatlón (pero se corre igual ¿no?).



No sin dudas, pero empujado por el precio y un gran análisis en ForoAtletismo, me tiro a por unas K-Swiss Kwicky Blade Light (ahí quedó). El nombre es como para recordarlo. El caso es que es una zapatilla mixta, rapidilla, perfil bajo, amortiguación corta de recorrido pero respondona. No voy ahondar más porque en el análisis (os lo dejo al final de la entrada) tenéis mucho más detalles si os interesa.




Pero pasemos al tema práctico. Una vez en la mano ves que es algo muy distinto a lo convencional. El tejido es espectacular, recuerda ligeramente al neopreno. De hecho se supone que es hidrófugo y repele al agua (algo muy conveniente para los triatletas). Pero lo mejor esta por venir, la puesta en marcha. Al no tener costuras el pie no roza con nada, es más la zapatilla está concebida para usar sin calcetines. Comodidad desde el primer metro y proceso de adaptación cero.



El caso es que me sorprendieron tanto y la primera impresión fue tan buena que me lancé a por otro modelo que estaba en liquidación, las K-Swiss K-Ona. Por tanto con esta marca estoy servido para entrenos de calidad y competición para esta temporada y parte de la próxima y por menos de 90€ (en total entre ambos pares). 


 
Así que os animo a probar esta marca, os sorprenderá a la par que os responderá en vuestros entrenamientos.

Aquí os dejo los análisis de ambas zapatillas:


 

jueves, 3 de octubre de 2013

XXVIII Media Maratón Córdoba Almodóvar del Río



¡Pum! Se da el tiro y sólo una idea en la cabeza: ¡grupo, grupo, grupo! Si quería ir a por marca, y lo quería, la única opción era encontrar un grupo en el que cobijarse, aguantar todo lo posible en él y encomendarse a todos los santos para ver si llegabas con gas al final.

De nuevo el viento iba a ser el protagonista, ¿cómo en Ayamonte? No, bastante peor. ¿Por qué? Pues porque el viento venía del sur-suroeste y en esa dirección iría la carrera. Es decir, más de veinte kilómetros con el viento de cara. Impensable, de incautos ir a por marca. Pero somos corredores, deportistas. Nos marcamos retos, objetivos y trabajamos duro durante semanas, te sacrificas, ¿cómo no vas a salir a por todas pese a todo? Algo de insensatez sí que hay, sin duda, pero en mi espíritu no estaba en ese día el conformismo. Creo que estoy en un buen momento de forma y había que intentarlo.

Así que durante los tres primeros kilómetros estuve saltando de grupo en grupo, viendo ritmos, si me irían bien, quién iba y quién no, dando tirones, subiendo el ritmo, bajandolo. Dejé pasar un grupo que iba por debajo de 3’50”, encabezado por tres atletas de un mismo club, el Ohmio de Arahal, pero el ritmo era demasiado para mí. Sin embargo veo que finalmente se me quedan a 10 metros, miro para atrás y no veo grupos y tiro para unirme a ellos.

Desde el kilómetro tres hasta el ocho fui lo más protegido posible, lo que no quiere decir que fuese cómodo. Obviamente iba mejor que en la cabeza del grupo, donde iban dos atletas del citado club a ritmo bastante constante, pero atrás el viento también se hacía notar y había continuos toques, roces en codos y piernas que fastidiaban un poco, pero era el precio que había que pagar por ahí en el vagón.

Algún atleta del grupo, con mayor o menor fortuna, saltaba, se aventuraba en solitario para subir el ritmo y hacer su carrera. No todos tuvieron éxito. Yo ni me lo planteaba, me fiaba del ritmo marcado y mi idea era aguantar.

Todo cambió en kilómetro ocho, de golpe uno de los que iba en cabeza se echa a un lado y se pone junto a mí. Poco tardó su compañero en hacer algo igual. Se habían hartado de dar la cara, afortunadamente para mí otros dos atletas toman el relevo y seguimos a un ritmo adecuado, a una media entre 3’55” y 3’57” marcaba el Garmin a esas altura.


En el kilómetro diez hay un punto de avituallamiento y todos nos abrimos. ¿A quién le toca? Tomo la iniciativa pero nadie me secunda, es más sin querer saco unos metros. Voy mirando para atrás de reojo, por lo menos para ver si alguien se pone junto a mí. Esto me jode bastante, ya me doy cuenta que mantener el ritmo sólo contra el viento me va a fundir tarde o temprano y luego sinceramente que ninguno me echase un cable, siempre gusta llevar por lo menos alguien en paralelo. Casi completé tres kilómetros en solitario y ellos seguían detrás de mí, a unos cinco o diez metros. Se me enciende la primera alarma y decido contemporizar y volver al grupo. Solo no voy a ningún lado.

Vienen unos kilómetros raros, yo sé que la marca se me va a escapar o por lo menos iba a estar muy, muy complicado. Ahora sí que el objetivo era aguantar con ellos. En el kilómetro quince, nuevo avituallamiento y ya me veo muy justo, en el kilómetro dieciséis, que además picaba ligeramente para arriba, empiezo a ceder. Otros se habían marchado del grupo algo antes, otros habían caído, ahora era mi turno. Este kilómetro es duro, los cuadriceps van tiesos, no suben y además ya veo que irremediablemente se me va la marca.

Peno más o menos hasta el kilómetro dieciocho o diecinueve. Me pasa un atleta, al que ni trato de seguir, y de golpe siento por detrás que llegan tres, me acoplo, sufro para engancharme. Lo consigo. Voy con lo que tengo, me propongo ir con ellos hasta meta, no lo conseguí pero me devolvieron algo de chispa amén de llevarme hasta uno de los tres integrantes del Ohmio que también había cedido. El último kilómetro es favorable, pero yo simplemente me dejo ir, abro zancada pero no hay mucha más gasolina. Sólo vigilaba que no me volviese a pasar el atleta citado, por amor propio… tontería de atletas fundidos.


Completo la prueba en 1h25m15s, lejos de mi más que plausible idea de bajar de 1h23m. Lo positivo, es buena marca dada las circunstancias. Hacerse una media maratón completa con el viento en contra es algo horrible. Aprovecho para recordar que la prueba se disputa por una carretera convencional de manera íntegra. A los cuatrocientos metros de la salida ya estás en la citada vía y quizás el último kilómetro es dentro del pueblo, el resto carretera sin abrigo alguno.

Otro punto positivo es que el año pasado en esta prueba marqué 1h27m01s, lo que supone una mejora notable y lo que es más, ello indica que mi estado de forma es muchísimo mejor a estas alturas de temporada. Así que queda mucho por venir.

Os dejo el enlace del  Garmin

Pero esperad que esto sigue...


O TE RÍES DE TI MISMO O TE DAS DE CHOCAZOS CONTRA LA PERED

Ahora voy a contar una serie de despropósitos ocurridos antes, durante y tras la carrera que la verdad es que a día de hoy aún no me lo puedo creer.

Afortunadamente el día antes de la carrera dejé preparada la mochila y una bolsa. Sí una bolsa que iba a dejar el coche con las chancletas, el neceser, la toalla… todo lo necesario para la ducha pos-carrera. Sí porque yo tenía que estar en Almodóvar del Río a las ocho de la mañana para pillar uno de los cuatro autobuses puestos por la organización para llevarte a Córdoba para la salida.

Bien la noche antes pongo el despertador del móvil  a las seis de la mañana y antes de acostarme lo compruebo, todo perfecto. Mi idea era desayunar y salir tranquilamente para Almodóvar. Me desvelo, miro el reloj y… sorpresa son las siete y cinco. Me levanto como un resorte, me visto, cojo un plátano, cuatro galletas, un zumo, la mochila y para el coche…¡ostias las llaves del coche!

Iba a estar muy justo para estar en Almodóvar a las ocho, pero imagino que los autobuses saldrán de manera escalonada, no todos a la vez. La cosa se complica cuando en medio del trayecto llega la hora all-bran, irremediable. Llego a Almodóvar, y me confirman que todos se han ido ya y me tienen que explicar como llegar al punto de partida.

Afortunadamente llego bien, aunque a veinte minutos del tiro. La recogida del dorsal bien. Me cambio, dejo la mochila en el bus que la llevará a la meta y caliento lo que puedo… por supuesto otra vez visita al Doctor Roca.

Justo antes de dar el tiro veo que todos tienen un sellito verde en sus dorsales, yo no. Habría algún control previo que yo no pasé. Por fortuna este hecho fue intrascendente.

Veintiún kilómetros después llego a Almodóvar del Río. Me habría gustado enfriar, trotar un poco, ¿pero cómo lo hago si ya me han encasquetado la mochila y no tengo el coche aquí? Bueno pues voy a ducharme y a estirar. ¡Error! Todos los bártulos para la ducha están en el coche. ¿Por qué llevaba cosas por separado? Pues porque por ser previsor y pensar que me extraviasen la mochila quería dejar lo básico en una bolsa en el coche que debería estar en Almodóvar y no en Córdoba. Con las prisas de la salida ni me acordé de la bolsa

Respiro hondo, peor no puede ir la cosa. ¿No?, espera. Veo: “Servicio de masaje” pero claro me dice la chica, primero te tienes que duchar…Me digo que por cojones me doy un masaje. Me voy a la zona de ducha y miro que lo que tengo entre la mochila y la bolsa del corredor. Vale, tengo 2 camisetas, una hará de toalla cutre. Me voy a la ducha simplemente a enjuagarme, ya que no tenía ni jabón ni nada. ¡Cojones! Está fría. Duré bajo el chorro treinta segundos. Me visto, ni gayumbos tenía… Me pongo el pantalón del chándal y…un momento ¿si no tengo gayumbos como me va dar el masaje? ¡Con la chorra fuera! De perdidos al río. Me vuelvo a poner las calzonas con las que corrí, una sensación muy agradable…a que sí.

Entro en la sala me masajes y me atienden de manera inmediata, algo positivo menos mal. La chica me dice que dónde me da el masaje y le indico que en los cuadriceps. Bien, pues no sé si es que la chica era inexperta, si sabía que iba a tener que atender a un montón de atletas o que quería rollo conmigo… el caso es que el masaje consistió en unas suaves caricias en los muslos que duraron poco más de tres minutos. ¿¡Para esto me acicalo morena?!

Bueno, creo que no queda nada más que contar, salvo que claro me tocó esperar más tiempo para coger el autobús de vuelta a Córdoba para recoger el coche. Es decir más tiempo y gasolina, paradójicamente volviéndome a hacer la media maratón, aunque ahora sentado.

¿Ah, que por qué no sonó el despertador? Pues porque la alarma que usé es la que tengo para los días de entreno, y está programada para lunes, martes, miércoles, viernes y sábado. Domingos no, ¿capito? Pues eso, ahora vas y lo twitteas.