viernes, 29 de noviembre de 2013

XXIX Media Maratón de Córdoba.

Se da el tiro y salgo descosío, a saco, como jamás creo que haya salido. Doy codazos, empujo, me meto entre los atletas sin miramientos. No quiero perder mucho en el primer kilómetro. Se aproxima la primera curva y tiro por el exterior, está despejado y vuelvo a apretar, pasando a mucha gente, o la que puedo. Nuevo giro a la izquierda y vuelvo al exterior para repetir táctica. Miro al frente y se ve el ligero repecho con una marea de gente subiendo. Por el rabillo del ojo derecho veo al público que aplaude y sin pensarlo un instante salto a la acera y voy por detrás del público. No corto un metro, es más creo que hago alguno extra. Pero la pérdida se ve ampliamente compensada por el número de atletas que logro sobrepasar. Así estuve unos cien metros antes de volver al redil.
 
Se gira a la derecha y por fin se pasa a una avenida amplia en la que se puede “correr”. Pero volvamos un poco atrás o qué os creíais.

Estoy en la salida, pasando frío, con una manguita corta que desecharé segundos antes de la salida para quedarme en tirantas. Metido ahí desde quince minutos antes de la salida, en el cajón general. Sí, porque este año por lo visto había dos cajones preferentes, para los sub1h17m y los sub1h25m. En ese cajón podría, debería estar yo, en el segundo, pero decidí apuntarme con el CA Los Jartibles, para evitar tener que recoger el dorsal el sábado, gracias por la gestión amigos Jartibles, y ni miré reglamento ni nada. Craso error por mi parte. Así que para cuando me enteré de esta circunstancia ya era tarde para acreditar marca y solicitar un dorsal para ese cajón. Aunque lo intenté infructuosamente.

Herramientas de trabajo.
Así que estaba yo allí metido en el cajón, tratando de templar nervios, porque el cuerpo ya estaba frío, con las conversaciones que oía a mi alrededor, que me iban enervando más y más. “Este año a ver si bajo de 1h30m”, escuchaba a mi lado. Por delante, “con 1h59m seré el tío más contento del mundo”. ¡Vaya! Que mi irritación no iba por los atletas en sí ni sus objetivos, el mayor de mis respetos para ellos, sino por el hecho de que sabía que los tendría que pasar a todos y cuanto antes. Además para terminar de rizar el rizo a la organización se le pasó el hecho de instalar un arco de salida. ¡Manda huevos! Sí, algo tan simple como eso. Quizás las primeras cinco filas sí vean la línea de salida pintadita en el suelo, pero los miles de atletas que estábamos detrás no. Así que mis primeros pasos fueron sin poner el crono en marcha.

¿Pero dónde hacerlo? Entonces mirando de reojo al suelo, y aún a trote, vi como unos badenes de plástico azul e imaginé que eran los lectores de chips. Entonces apareció la frase: “Mente fría, ¿qué somos leones o huevones?”. La respuesta fue “¡Leones, leones!”. Y tiré como un bestia a lo Williams Wallace espada en ristre, como ya comenté más arriba

“Mente fría, ¿qué somos leones o huevones?”, me pregunté mil metros después. Pues ahora tocaba ser huevón. Pasado ese primer escollo, para mí importantísimo, ahora tocaba serenar piernas, corazón y cabeza. Sería un poco pretencioso, prepotente tal vez, decir que de aquí al K12 no hay absolutamente nada más que contar, pero la verdad es que aquello parecía un entreno. Iba un pelo más rápido de 3’50”/km, como en mis sesiones de controlados, aunque sabía que el gps me estaba regalando 2-3 segundos con respecto a los puntos kilométricos marcados por la organización, lo tenía en mente.

El año pasado, sobre el K8, en el parque de bomberos, los recordaba a todos ellos aplaudiendo, dando ánimos diciendo algo así como que no quedaba más que la mitad. Y por aquel entonces yo ya iba sufriendo como un perro, tirando la toalla pocos kilómetros después dejándome ir. Sin embargo este año era diferente. Tan diferente que los bomberos no estaban en la puerta, bueno miento había uno, que hablaba con una policía local indicándole que tenían que salir sí o sí. Como un minuto después me pasó primero una patrulla y luego el camión con toda la parafernalia acústica a tope. Las sensaciones eran completamente distintas a las de 2012. Ya digo iba fácil y mentiría si no dijese que me pasó por la mente la opción de tirar, de ir un pelo más rápido. Pero sabía lo que quedaba, esa zona tan puñetera del barrio de El Brillante, que sin ser una super rampa, sí que te podía llevar al traste la carrera.

Antes de esto, en el K10, tuvo lugar un gran momento. Hasta entonces yo iba de manera continuada adelantando a gente y a más gente, a mi rollo, en solitario. No encontré ningún grupo al que acoplarme. Sencillamente llegaba y pasaba, aunque siendo sincero tampoco encontré realmente ningún grupo organizado ni nada por el estilo. El caso es que a esa altura, poco después de hacer el giro de 180º bajo la calzada con su posterior subidita, junto a mi va un atleta. Compartimos como 200m juntos y él rompe el hielo. ¿Qué ritmo llevas? Un pelo por debajo de 3’50”. Vale. Y siguió ahí, así que supongo que le iba bien. Desde ese punto hasta el inicio de la zona durilla, K12 aproximadamente, estuvimos parloteando, se podría decir que incluso animadamente. Lo que me subió más el ánimo si cabe. Ya había pasado el ecuador de la prueba, las piernas iban como si nada, hablaba fluidamente. ¿Qué más se podía pedir? Pues sí había más.

Comenzamos la zona de leve subida y las piernas me dan ese puntillo más para marcar el mismo ritmo que en llano y sin quejarse, incluso insto a la gente a que nos aplauda, esto siempre funciona y la gente nos anima, grita y aplaude. Voy con un subidón tremendo. Me acerco además a chocar la mano de un par de pequeños, me acuerdo de Samuel. Pero aún nos queda lo peor, la subida de poco más de 1K que nos lleva casi al K15. Se hace dura, larga, pero el ritmo va sobre 3’55”, inmejorable. Antonio, que así se llama el chico, va como medio cuerpo detrás de mí. Sufre un pelo. Le animo, le doy palique incluso, maldiciendo a la cuesta y comentando que no la recordaba tan larga.

Llegamos al giro que nos hace ahora descender y el colega toma el relevo de forma inmediata, se lanza. Debo reconocer que me sorprende, pero se ve el K15, con el punto de avituallamiento y repaso el plan que traía bien aprendidito de casa. ¿Ahora que toca?, veamos: echar el resto hasta meta. Pues nada, me voy tras Antonio. Malbebo (¿me acabo de inventar este verbo?) un poco de agua y allá que nos lanzamos en un frenético descenso. Veo en el Garmin que vamos a 3’34”…esto me hace dudar pero es ahora el momento. Este guarismo venía producido por el desnivel, ahora favorable, y por el cambio de ritmo, pero el caso es que al llegar a una zona llama el ritmo seguía siendo inferior a 3’40” y lo mejor es que las piernas tenía ganas de jarana.

Al poco veo una cara, bueno una espalda, conocida a lo lejos. Es Nacho García-Filoso, que quería buscar el ritmo de 3’50”, según me comentó al inicio. Lo alcanzamos con cierta facilidad. Nos saludamos, le animo a unirse a nosotros. Creo que lo hace durante un rato, pero luego veo que ha cedido. Seguimos fuertes, codo con codo. El ritmo no se resiente, aunque seamos honesto vamos picando un pelo para abajo. Sin embargo llega un puente sobre las vías del tren, no es duro pero Antonio cede un par de metros. Me doy cuenta y en la bajada contemporizo un poco para esperarle. Me alcanza, me da un toque en la espalda y me dice con la mirada que tire.

Pasan unos segundos de duda, en los que me hago como un autochequeo. Sería el K18, la respuesta del cuerpo: pa’lo que nos quea en el convento cágate dentro. Así que sigo tirando, ya son pocos atletas los que se ven, todos en hilera. Pero continuo adelantando, las piernas tienen el control. Ya comienzo a sufrir bastante pero no queda nada, me digo. Voy en un raro estado de éxtasis y sufrimiento (lo siento, los no deportistas no entenderán esto).

K18 ligera subida sobre las vías del tren.

K20, último puesto de avituallamiento. Paso de coger agua, pero cuerpo y mente van ya por separados y descoordinados. No quiero coger agua, pero a la altura del último voluntario mi brazo, de manera independiente y unilateral, se alarga y caza una botella. ¿¡Qué cojones!?. Bueno, la abro, le doy un micro sorbo, y la dejo caer, ni la tiro. Giramos a la derecha y embocamos la avenida que comentaba al inicio del relato donde se podía "correr" bien, el viento se vuelve a hacer sentir. Sí, el viento también fue protagonista hoy, pero no le quiero dar mucho bombo, que ya bastante ha tenido en este blog. Estuvo rondando toda la carrera, pero hoy su mayor particularidad fue su carácter gélido más que su fuerza. Pero en el K20 un pedo del de delante ya te puede parecer un huracán. Son unos 400-500 metros duros, me arropo tras un atleta, lo paso, me vuelvo a cobijar tras otro, lo paso… Afortunadamente se gira, unos edificios nos dan abrigo amén de haber un ligero descenso. Aquí ya la fatiga es extrema, ojos achinados, zancada ramplona, boca resoplando como Popeye, pero hay que morir que estamos en los aledaños de la meta.

En meta a lo Raphael.
Justo antes de entrar en el estadio escucho por megafonía “…cuando se va a cumplir la hora veinte de carrera…” Para algunos esto pudo ser un gran mazazo, para mí sin embargo fue motivo de júbilo. Estaba a 200m de meta y se cumplía 1h20m, sabía que lo tenía en las piernas, pero habían sido tantas las competiciones con fracaso…Me hice los últimos 100m con los brazos levantados, celebrando… ¡Qué pasote amigos!

¿Qué decir? MMP en 10 mil hace poco más de un mes, ahora en media maratón, y con la sensación, en ambos casos, de que hay margen de mejora. Pero ahora toca Maratón. Esto es un no parar, y eso es un reto con mayúsculas, que ahora afronto con una moral tremenda y con unas ganas aún mayores. Estoy deseando coger el plan y empezarlo, no digo más.

EPÍLOGO
Tenía ya terminada la crónica, pero han pasado unos días en los que suelo buscar fotos y esta vez, además, me han surgido nuevas ideas. Y versan sobre esos diecinueve segundos que pasaron de la hora y veinte minutos.

¡Qué inconformistas somos! Tras una marca tremenda y con unos seis kilómetros finales de ensueño, uno sin embargo tiene un resquemor en la cabeza que le da vueltas a cómo podría haber limado esos segundos. Tengo claro que la mitad de ellos habrían desaparecido fácilmente de haber salido en uno de los cajones prioritarios. Por otro lado pienso que quizás fui en exceso conservador en los dos primeros tercios de la prueba. Pero amigos, lo vivido del K15 a meta es algo que no lo voy a olvidar en la vida y lo voy a saborear durante mucho tiempo, y de haber tirado antes quizás no lo hubiese disfrutado. Así que me quiten lo bailao que ya habrá tiempo para pensar en rebajar marca. 


jueves, 21 de noviembre de 2013

Córdoba 2013. Le parole sono a zero




Las cartas, como antes de cada competición, están sobre la mesa. Pero esta vez es diferente. Diferente porque creo que nunca he estado tan bien, o por lo menos no lo recuerdo y la certeza que tengo de que voy a bajar la marca es tal que la duda va más por el cuánto la voy a bajar.

Es esa la cuestión que me ronda la cabeza. Siempre te puede salir un mal día, una mala carrera, pero bajar del 1h23m09s de Ayamonte 2012 es algo que ahora mismo veo bastante asequible. Por tanto la presión, o mejor dicho la autopresión, viene más bien por si bajaré de 1h22m, de 1h21 o incluso más. Y es que lo puedo conseguir, los entrenamientos han sido muy buenos y reflejan que acercarse a 1h20m es factible.

Pero siempre afloran los miedos en los días previos a los grandes eventos, y éste para mí lo es. Llevo tres intentos fallidos para batir la marca antes citada, y aunque ahora estoy muy bien, los fracasos anteriores surgen ahora cuales zombis hambrientos. Ayamonte y Almodóvar este año, dónde el viento me castigó a base de bien, y Córdoba el año pasado, dónde las patas no iban desde el inicio, son las que ahora me ponen los pies en el suelo o me lastran, según se mire.

Pese a todo tengo la estrategia clara para el próximo domingo. Y lo escribo aquí para reafirmarme, para grabármelo a fuego y no olvidarlo. Sé que releeré esta entrada varias veces antes del domingo.

El plan es salir a ritmo de 3’50” y llevarlo más o menos sostenido hasta que llegue esa zona de ligera subida que va, aproximadamente, del kilómetro 12 al 15. Ahí no me quiero cebar o incluso asumiría perder segundos. A partir de ese kilómetro, ahora el terreno se vuelve más favorable, será el momento de echar el resto e ir con lo que quede.

Punto clave será esa zona de subida pasado el ecuador de la prueba y sobretodo la salida. Se sale de una buena avenida, pero inmediatamente se produce un embudo al hacer el primer giro a la izquierda. Se podría uno colocar pronto en la salida, sí, pero ya no es sólo que cojas el riesgo de enfriarte sino de algo peor, ya que se espera una temperatura inferior a las 5º. Así que toca asumir que se perderá tiempo, pero como bien me ha aconsejado un amigo, más que perder tiempo lo puedo ver como un primer kilómetro de buen calentamiento y no de “achicharramiento”. Por tanto trataré de no enervarme en exceso con las apreturas y los zigzags que a buen seguro tendré que afrontar.

Así que como dicen los italianos: le parole sono a zero. Todo está dicho.


martes, 29 de octubre de 2013

Carrera Popular Casco Antiguo 2013




Hoy sí 2+2=4
¿Carrerón? No, buena carrera. Lo que decían los entrenamientos se ha visto plasmado, ni más ni menos, en la última cita del Circuito de Carreras Populares del IMD del Ayto. de Sevilla.

Y no es poco, no me quejo, ni mucho menos. Cerré los puños con rabia al cruzar la meta, con satisfacción y felicidad plena al ver que esta vez la matemáticas sí funcionaban en el atletismo. Llevaba ya un tiempo que sin que me saliesen las cuentas y la cabeza se acuerda de esos borrones cuando toca sufrir compitiendo.

Durante la carrera la mente me hizo dudar, muchas veces, pero por fortuna las piernas mandaron, las sensaciones fueron de una energía tal que no tuve más remedio que echarle cuenta a ellas y mandar a paseo a las dudas y a los miedos. Vamos a la carrera.

La salida
Quizás el único pero. El único kilómetro malo creo que fue el primero. Como no una salida algo estrecha, mejorable, pero llena de insolidaridad y falta de respeto por parte de atletas que se cuelan a última hora cuando tú llevas 15 minutos “bien situado”. Al igual que aquellos, que sin tener acreditada la marca y por tanto sin tener derecho, acceden con una caradura tremenda y muy poca vergüenza al cajón cabecero habilitado para aquellos atletas más rápidos y que corren por debajo de 3’35”. Aquí el IMD podría también ser más estricto en el control de acceso, pero bueno, no vamos a poner un voluntario/policía detrás de cada atleta. Está en ellos mismos, como atletas, respetar al resto y a la prueba. Y que ni que decir tiene mi total repulsa a aquellos que recortan por aceras para ahorrarse metros y por ende engañar a la organización, al resto y lo que es más a sí mismos. En esta ocasión he visto alguna galería de fotos en las que se puede observar a un nutrido grupo de atletas, de todas los niveles, recortar por la acera. Estaría bien llevarle esas fotos, a modo de prueba, al IMD y descalificar a todos ellos. Pero por otro lado supongo que así se dejarían de ver esas fotos que tan generosamente muchos comparten y que a muchos nos gusta tener como recuerdo de una carrera o para ilustrar estas líneas. En fin, en conclusión, que en cada uno queda el hecho de que ha realizado esta marca pero ya no en un diez mil, sino menos de diez mil metros y que el primer perjudicado es uno mismo.

Bueno, ya me he despachado a gusto. Vamos al lío. Se da el tiro y es muy complicado dar la primera zancada, me estrujan, a los pocos metros piso algo. En una décima de segundo pienso que he pisado a alguien, pero poco después comprendo que ha sido una zapatilla que ha perdido un atleta que está parado en medio de todo intentando recuperarla. Dios mío la cantidad de golpes que se llevaría ese muchacho. No sé muy bien cómo, pero veo muchísima gente delante de mí -¿de dónde han salido? Si yo estaba bien colocado. Así que el primer kilómetro no fue bueno. Lo saqué a 3’45” pero la sensación fue de hacer una serie de mil, me metí un buen calentón adelantado y haciendo zig-zag.

Crucero
Afortunadamente llegando al arco de la Macarena ya se puede correr a ritmo. Me tranquilizo, controlo la respiración y la zancada empieza a fluir. Sigo pasando a gente, será la tónica de la carrera, e igualmente trato de buscar algún grupo interesante.

Delante ya observo a caras conocidas, -¡qué cerca estoy de ellos!, ¿Me estaré pasando? A la altura del nacimiento de la Carretera Carmona alcanzo un grupo donde va mi colega Marco A. Macarro. Comparto un tiempo con ellos, pero las piernas me piden que siga. No sin dudas me lanzo al siguiente grupo.

Les como metros con cierta facilidad. Ahora veo a Nacho García-Filoso, otro crack. Estamos llegando a El Prado de San Sebastián, paso junto a él nos animamos y sigo. Cada vez escucho más a las piernas y menos a la cabeza.

Poco antes del ecuador de la prueba con Nacho a la zaga.

Pasamos el ecuador de la prueba y sigo con una energía en cada zancada increíble, la mirada al frente y con seguridad aunque la cabeza siguiese elucubrando, no lo puedo evitar.

Justo al pasar junto a la Torre del Oro engancho a un grupo interesante. Van tres integrantes de los “Amigos del Parque María Luisa”, uno de ellos tirando del resto. Me pego a él y nos vamos a unos metros. Va animando al resto, vociferando, cuando se gira y me ve se extraña, mira más atrás y ve que dejamos al resto atrás. Echa el ancla. Toca seguir escalando.

Ahora veo delante de mía a Segis, -¡Vaya día Manolo! Antes de la prueba hablamos un poco de hacer la carrera juntos y tal. Él tiene bastante más nivel, mucho más, de hecho estaba en el cajón de los rápidos, pero tiene otros objetivos ahora. Me uno a él y me anima a seguir, a enganchar al próximo grupo. Me voy unos metros.

Dicho y hecho. Llegando al “Avenida 5 Cines” arribo a un nuevo grupo. También tirado por un atleta, sin dorsal, que va tirando de otros dos. Éste fue el chico con el que fui muchos kilómetros de la pasada maratón. Entonces yo cedí, ahora las cosas cambiaban. Seguí para delante sin parar un segundo.

Toca tirar de coco
Segunda pasada por Av. Torneo.
Volvemos a pasar por la zona de salida, lo que supone volver a recorrer la Avenida de Torneo, ahora en solitario, sin la marabunta. Ahora casi la echaba de menos, venía un viento en contra, no muy fuerte, pero que a estas alturas de la película te diezmaba un poco. Además delante ya no había grupos, sólo atletas sueltos.
 
Se encendía, como era natural, la luz de reserva. Ahora tocaba sufrir y tirar de coco. No paraba de decirme que era el día, de pensar en que quedaban poco más de dos kilómetros, en el trabajo hecho, en los sinsabores de competiciones anteriores. Era hoy, sí o sí. Otra cosa que animaba es que pese a todo seguía alcanzado a otros atletas y el giro hacia la Calle Calatrava no pudo llegar en mejor momento. Es en ligerísimo descenso, que uso para soltar brazos y piernas, y sobretodo ya te resguardas del viento.

Llegas a La Alameda de Hércules, -ya estoy, ya estoy. Llevo justo delante a María Belmonte, señal inequívoca que la carrera va bien. No la iba a alcanzar, no estaba cerca, y yo ya pensaba en el éxito y sigo tirando con lo que me queda. Llegamos a la Plaza del Duque y entre que voy ciego y que el siguiente atleta no está muy cerca no sé por dónde tirar, afortunadamente un policía me indica en última instancia. La Campana, cambio de asfalto a un adoquinado incomódísimo, Laraña y se ve la meta. No miro mi reloj voy con la vista clavada en la meta, tirando de lo que hay, que ya es poco.

Meta. Escoltado por Segis.
A unos doscientos metros de meta observo, aparcado, el coche que acompaña a los líderes con el cronómetro encima y marca, más o menos, 36:15. ¡Ostias! No es que dejase de tirar, pero ya me dio igual un poco todo. Disfruté esos metros finales muchísimo, cerrando los puños y pegando algún grito en meta ya con mi 36:46 según mi Garmin.

No tengo la certeza absoluta, pero en mis tiempos mozos no creo que mi marca en diez mil metros andase muy lejos de esta. Es más, diría que en carrera homologada podría hablar, sin lugar a dudas, de mejor marca personal. Así que pensad ahora como estoy de satisfecho.

Os dejo en enlace del Garmin: http://connect.garmin.com/activity/396076063

Ahora a disfrutar y descansar unas jornadas, pero pocas que toca volver a apretar pensando en la Media Maratón de Córdoba, donde volveremos a buscar mejor marca personal.






jueves, 24 de octubre de 2013

Ahora le toca a K-Swiss

Desde hace unos años, y especialmente desde que estoy desempledo, a la hora de comprar material deportivo en general y zapatillas en particular soy bastante cansino a la hora de trillar y trillar el mercado en busca de buenas ofertas.



Y siendo sincero, con paciencia y planificando con tiempo se pueden encontrar auténticas gangas si no eres fanático de un modelo o marca en concreto. Hay gente que le gusta pisar sobre seguro, nunca mejor dicho, y otros a los que les gusta probar cosas distintas de vez en cuando, lo que en sí conlleva un riesgo. Pero como dice un refrán portugués: “Quem não arrisca não petisca”, el que no arriesga no come/gana.



Por lo anteriormente expuesto de golpe estoy con Saucony, Diadora, Brooks, o unas Puma y ahora con K-Swiss. Este último paso fue más complicado. Una marca relativamente novata en el mundo del atletismo, de hecho centrada en el tenis y el padel fundamentalmente, y ahora también triatlón (pero se corre igual ¿no?).



No sin dudas, pero empujado por el precio y un gran análisis en ForoAtletismo, me tiro a por unas K-Swiss Kwicky Blade Light (ahí quedó). El nombre es como para recordarlo. El caso es que es una zapatilla mixta, rapidilla, perfil bajo, amortiguación corta de recorrido pero respondona. No voy ahondar más porque en el análisis (os lo dejo al final de la entrada) tenéis mucho más detalles si os interesa.




Pero pasemos al tema práctico. Una vez en la mano ves que es algo muy distinto a lo convencional. El tejido es espectacular, recuerda ligeramente al neopreno. De hecho se supone que es hidrófugo y repele al agua (algo muy conveniente para los triatletas). Pero lo mejor esta por venir, la puesta en marcha. Al no tener costuras el pie no roza con nada, es más la zapatilla está concebida para usar sin calcetines. Comodidad desde el primer metro y proceso de adaptación cero.



El caso es que me sorprendieron tanto y la primera impresión fue tan buena que me lancé a por otro modelo que estaba en liquidación, las K-Swiss K-Ona. Por tanto con esta marca estoy servido para entrenos de calidad y competición para esta temporada y parte de la próxima y por menos de 90€ (en total entre ambos pares). 


 
Así que os animo a probar esta marca, os sorprenderá a la par que os responderá en vuestros entrenamientos.

Aquí os dejo los análisis de ambas zapatillas:


 

jueves, 3 de octubre de 2013

XXVIII Media Maratón Córdoba Almodóvar del Río



¡Pum! Se da el tiro y sólo una idea en la cabeza: ¡grupo, grupo, grupo! Si quería ir a por marca, y lo quería, la única opción era encontrar un grupo en el que cobijarse, aguantar todo lo posible en él y encomendarse a todos los santos para ver si llegabas con gas al final.

De nuevo el viento iba a ser el protagonista, ¿cómo en Ayamonte? No, bastante peor. ¿Por qué? Pues porque el viento venía del sur-suroeste y en esa dirección iría la carrera. Es decir, más de veinte kilómetros con el viento de cara. Impensable, de incautos ir a por marca. Pero somos corredores, deportistas. Nos marcamos retos, objetivos y trabajamos duro durante semanas, te sacrificas, ¿cómo no vas a salir a por todas pese a todo? Algo de insensatez sí que hay, sin duda, pero en mi espíritu no estaba en ese día el conformismo. Creo que estoy en un buen momento de forma y había que intentarlo.

Así que durante los tres primeros kilómetros estuve saltando de grupo en grupo, viendo ritmos, si me irían bien, quién iba y quién no, dando tirones, subiendo el ritmo, bajandolo. Dejé pasar un grupo que iba por debajo de 3’50”, encabezado por tres atletas de un mismo club, el Ohmio de Arahal, pero el ritmo era demasiado para mí. Sin embargo veo que finalmente se me quedan a 10 metros, miro para atrás y no veo grupos y tiro para unirme a ellos.

Desde el kilómetro tres hasta el ocho fui lo más protegido posible, lo que no quiere decir que fuese cómodo. Obviamente iba mejor que en la cabeza del grupo, donde iban dos atletas del citado club a ritmo bastante constante, pero atrás el viento también se hacía notar y había continuos toques, roces en codos y piernas que fastidiaban un poco, pero era el precio que había que pagar por ahí en el vagón.

Algún atleta del grupo, con mayor o menor fortuna, saltaba, se aventuraba en solitario para subir el ritmo y hacer su carrera. No todos tuvieron éxito. Yo ni me lo planteaba, me fiaba del ritmo marcado y mi idea era aguantar.

Todo cambió en kilómetro ocho, de golpe uno de los que iba en cabeza se echa a un lado y se pone junto a mí. Poco tardó su compañero en hacer algo igual. Se habían hartado de dar la cara, afortunadamente para mí otros dos atletas toman el relevo y seguimos a un ritmo adecuado, a una media entre 3’55” y 3’57” marcaba el Garmin a esas altura.


En el kilómetro diez hay un punto de avituallamiento y todos nos abrimos. ¿A quién le toca? Tomo la iniciativa pero nadie me secunda, es más sin querer saco unos metros. Voy mirando para atrás de reojo, por lo menos para ver si alguien se pone junto a mí. Esto me jode bastante, ya me doy cuenta que mantener el ritmo sólo contra el viento me va a fundir tarde o temprano y luego sinceramente que ninguno me echase un cable, siempre gusta llevar por lo menos alguien en paralelo. Casi completé tres kilómetros en solitario y ellos seguían detrás de mí, a unos cinco o diez metros. Se me enciende la primera alarma y decido contemporizar y volver al grupo. Solo no voy a ningún lado.

Vienen unos kilómetros raros, yo sé que la marca se me va a escapar o por lo menos iba a estar muy, muy complicado. Ahora sí que el objetivo era aguantar con ellos. En el kilómetro quince, nuevo avituallamiento y ya me veo muy justo, en el kilómetro dieciséis, que además picaba ligeramente para arriba, empiezo a ceder. Otros se habían marchado del grupo algo antes, otros habían caído, ahora era mi turno. Este kilómetro es duro, los cuadriceps van tiesos, no suben y además ya veo que irremediablemente se me va la marca.

Peno más o menos hasta el kilómetro dieciocho o diecinueve. Me pasa un atleta, al que ni trato de seguir, y de golpe siento por detrás que llegan tres, me acoplo, sufro para engancharme. Lo consigo. Voy con lo que tengo, me propongo ir con ellos hasta meta, no lo conseguí pero me devolvieron algo de chispa amén de llevarme hasta uno de los tres integrantes del Ohmio que también había cedido. El último kilómetro es favorable, pero yo simplemente me dejo ir, abro zancada pero no hay mucha más gasolina. Sólo vigilaba que no me volviese a pasar el atleta citado, por amor propio… tontería de atletas fundidos.


Completo la prueba en 1h25m15s, lejos de mi más que plausible idea de bajar de 1h23m. Lo positivo, es buena marca dada las circunstancias. Hacerse una media maratón completa con el viento en contra es algo horrible. Aprovecho para recordar que la prueba se disputa por una carretera convencional de manera íntegra. A los cuatrocientos metros de la salida ya estás en la citada vía y quizás el último kilómetro es dentro del pueblo, el resto carretera sin abrigo alguno.

Otro punto positivo es que el año pasado en esta prueba marqué 1h27m01s, lo que supone una mejora notable y lo que es más, ello indica que mi estado de forma es muchísimo mejor a estas alturas de temporada. Así que queda mucho por venir.

Os dejo el enlace del  Garmin

Pero esperad que esto sigue...


O TE RÍES DE TI MISMO O TE DAS DE CHOCAZOS CONTRA LA PERED

Ahora voy a contar una serie de despropósitos ocurridos antes, durante y tras la carrera que la verdad es que a día de hoy aún no me lo puedo creer.

Afortunadamente el día antes de la carrera dejé preparada la mochila y una bolsa. Sí una bolsa que iba a dejar el coche con las chancletas, el neceser, la toalla… todo lo necesario para la ducha pos-carrera. Sí porque yo tenía que estar en Almodóvar del Río a las ocho de la mañana para pillar uno de los cuatro autobuses puestos por la organización para llevarte a Córdoba para la salida.

Bien la noche antes pongo el despertador del móvil  a las seis de la mañana y antes de acostarme lo compruebo, todo perfecto. Mi idea era desayunar y salir tranquilamente para Almodóvar. Me desvelo, miro el reloj y… sorpresa son las siete y cinco. Me levanto como un resorte, me visto, cojo un plátano, cuatro galletas, un zumo, la mochila y para el coche…¡ostias las llaves del coche!

Iba a estar muy justo para estar en Almodóvar a las ocho, pero imagino que los autobuses saldrán de manera escalonada, no todos a la vez. La cosa se complica cuando en medio del trayecto llega la hora all-bran, irremediable. Llego a Almodóvar, y me confirman que todos se han ido ya y me tienen que explicar como llegar al punto de partida.

Afortunadamente llego bien, aunque a veinte minutos del tiro. La recogida del dorsal bien. Me cambio, dejo la mochila en el bus que la llevará a la meta y caliento lo que puedo… por supuesto otra vez visita al Doctor Roca.

Justo antes de dar el tiro veo que todos tienen un sellito verde en sus dorsales, yo no. Habría algún control previo que yo no pasé. Por fortuna este hecho fue intrascendente.

Veintiún kilómetros después llego a Almodóvar del Río. Me habría gustado enfriar, trotar un poco, ¿pero cómo lo hago si ya me han encasquetado la mochila y no tengo el coche aquí? Bueno pues voy a ducharme y a estirar. ¡Error! Todos los bártulos para la ducha están en el coche. ¿Por qué llevaba cosas por separado? Pues porque por ser previsor y pensar que me extraviasen la mochila quería dejar lo básico en una bolsa en el coche que debería estar en Almodóvar y no en Córdoba. Con las prisas de la salida ni me acordé de la bolsa

Respiro hondo, peor no puede ir la cosa. ¿No?, espera. Veo: “Servicio de masaje” pero claro me dice la chica, primero te tienes que duchar…Me digo que por cojones me doy un masaje. Me voy a la zona de ducha y miro que lo que tengo entre la mochila y la bolsa del corredor. Vale, tengo 2 camisetas, una hará de toalla cutre. Me voy a la ducha simplemente a enjuagarme, ya que no tenía ni jabón ni nada. ¡Cojones! Está fría. Duré bajo el chorro treinta segundos. Me visto, ni gayumbos tenía… Me pongo el pantalón del chándal y…un momento ¿si no tengo gayumbos como me va dar el masaje? ¡Con la chorra fuera! De perdidos al río. Me vuelvo a poner las calzonas con las que corrí, una sensación muy agradable…a que sí.

Entro en la sala me masajes y me atienden de manera inmediata, algo positivo menos mal. La chica me dice que dónde me da el masaje y le indico que en los cuadriceps. Bien, pues no sé si es que la chica era inexperta, si sabía que iba a tener que atender a un montón de atletas o que quería rollo conmigo… el caso es que el masaje consistió en unas suaves caricias en los muslos que duraron poco más de tres minutos. ¿¡Para esto me acicalo morena?!

Bueno, creo que no queda nada más que contar, salvo que claro me tocó esperar más tiempo para coger el autobús de vuelta a Córdoba para recoger el coche. Es decir más tiempo y gasolina, paradójicamente volviéndome a hacer la media maratón, aunque ahora sentado.

¿Ah, que por qué no sonó el despertador? Pues porque la alarma que usé es la que tengo para los días de entreno, y está programada para lunes, martes, miércoles, viernes y sábado. Domingos no, ¿capito? Pues eso, ahora vas y lo twitteas.

martes, 24 de septiembre de 2013

Groningen calling ten years later!

Ten years ago I lived one of the best experiences that a student can live, be an Erasmus one. Going abroad, to Groningen (The Netherlands), going out of home, live on your own for the first time, with a different way of life around…all this facts hit your life and your approaches, but finally they get stronger. Knowing a new culture, not just for a few days as in a tourist trip but for a long time, is something that everybody should live, so that we will be able to compare, opening our minds and growing up. 

They were only five months; however they marked your whole life. Great and unforgettable experiences, as well as friendships that grew rapidly and they still continue.

So, to celebrate this anniversary, from the last days of September’13 until the first days of February’14, I will wear some clothes which evoke that experience: the t-shirt that I wore for the 4 Mijl van Groningen that Ger Ettes gave me, or the Groningen Atletiek clothes, or the KPN company running-shirt that Jos Richie gave me away, as well as other clothes which will recall these marvellous months. 

(Obrigado Rafinha)

¡Groningen llama diez años después!


Diez años diez han pasado de una de las mejores experiencias que creo un estudiante puede vivir, ser Erasmus. Irte al extranjero, en este caso a Groningen (Holanda), salir de tu casa, vivir solo, en una cultura ajena... son un conjunto de factores que dan un golpe duro a tu vida y a tus planteamientos pero que finalmente los enriquecen y refuerzan. Conocer una cultura distinta a la tuya, no en un viajito turístico de una semana sino empapándote bien, es algo que todos deberíamos vivir para poder comparar, desengañarnos de algunas cosas y sobretodo crecer.

Fueron poco más de cinco meses, pero te marcan para toda la vida. Grandes e inolvidables vivencias y amistades forjadas rápidamente pero que a día de hoy pese a la distancia, física y temporal, perduran. 

Es por eso que para conmemorar este aniversario, desde finales de septiembre’13 hasta principios del mes de febrero’14, cada vez que me ponga el dorsal llevaré prendas que me recuerden aquella experiencia: la camiseta con la que corrí las 4 Mijl van Groningen, la equipación del Groningen Atletiek, la camiseta  del equipo de atletismo de la empresa holandesa KPN donde trabaja uno de mis amigos y que él me regaló, amén de otras prendas que me evocarán aquellos maravillosos meses.


Por si alguno conociese el blog desde hace poco, le pongo en antecedentes con un poco de "historia antigua":


 

lunes, 16 de septiembre de 2013

III Carrera Nocturna Villaverde del Río



Con esta carrera hemos matado un poco el gusanillo de competir que todos tenemos al inicio de temporada, cuando ya preparamos algún objetivo pero que queda aún lejos. Aunque siendo sinceros no ha sido la primera vez que me colgaba el dorsal en esta nueva temporada. De hecho el primer entreno fue en sí una carrera, una solidaria en La Algaba de poco más de tres kilómetros. Y más recientemente, y en ese mismo municipio, acompañé al amigo José Luis Olivares en la nocturna, lo que me sirvió de entreno suave y regenerativo. 


Pero ciñéndonos a la planificación mi primer objetivo es la Media Maratón Córdoba-Almodovar del Río, que se disputa el último fin de semana de septiembre. Sin embargo tenía ganas de competir, de medirme y sondeando varias carrera elegí la nocturna de Villaverde del Río, tanto por cercanía como por ser una carrera que no conocía, amén de otra razón que posteriormente desvelaré.

Llegamos al día de la prueba y voy con el amigo Havié Rosales, gracias por el porte, haciendo muy ameno el camino de ida. Ya ahí ambos nos percatamos de que pese a ser una carrera nocturna no iba a ser fresca la temperatura. Su coche marcaba 33º a falta de algo más de una hora del inicio de la prueba.

La salida era a las 21h y apuré al máximo para calentar, nunca mejor dicho. De hecho troté suavemente 900 metros y decidí parar y esperar dado que ya estaba rompiendo a sudar a caños. No era sólo la temperatura, sino una altísima humedad. Así que opté por caminar para arriba y para abajo para volver a trotar ya a escasos minutos de la salida.

Tenía dudas de cómo tomarme esta prueba de algo más de ocho kilómetros. Obviamente salir a ritmo de 10mil a estas alturas de la temporada y con el calor que hacía podía ser un suicidio, así que dado que la prueba tenía dos vueltas, una primera más larga, opté por hacer esa primera al ritmo de media maratón que estoy trabajando y en la segunda vuelta, la más corta, ver las sensaciones y tirar un poco. Vamos a la carrera.

PRIMERA VUELTA.
Podríamos definir esta vuelta como: “atletas con muchos pelos en… las piernas que salen a 3’30” para acabar con una media de 4’10”, por ejemplo, o bien “…quiso comerse el mundo y se comió una esquina…” (Mártires del compás dixit).

Cuando sales con calma, o a un ritmo exigente que sabes que puedes mantener muchos kilómetros y no a tope, sueles ver escenas estrambóticas, que quedan muy bien definidas por lo que he escrito en el párrafo anterior.

Esta primera vuelta, en la que estuve muy constante en el ritmo, se diferenciaba de la segunda y más corta, en que al inicio se pasaba por el barrio más al norte de Villaverde del Río, lo que es destacable ya que allí se encontraba la única rampa de la prueba. Algo dura pero corta, y como está dentro del primer kilómetro pica poco. Inmediatamente se baja para volver a la zona centro del pueblo donde todo es llanear, aunque con bastantes giros.

Hay mucha gente en la calle, está animada la prueba. Con el ritmo crucero, sobre 3’55”, voy ya pasando a atletas con mucha facilidad, es como un entrenamiento con gente. Reseñar que hay un tramo de adoquinado, posteriormente y tras pasar un bonito arco, se pasa una zona de empedrado, donde muchos buscaban la acera para ir más cómodos, y luego por último otro tramo como de cemento brillante/pulido donde la zapatilla rechinaba a cada zancada, para de nuevo volver al asfalto.

Los puntos kilómetricos están marcados con pintura en el suelo y hay poca diferencia con el Garmin. Llevamos unos 4 kilómetros y pienso que en breve vamos a pasar por primera vez por meta, evalúo sensaciones. Son buenas, obviamente no voy riéndome, pero para nada agobiado. Así que tengo claro que voy a tirar un poco.

Pasamos por meta y mi tirón se ve empujado e hipermotivado aún más al ver a Samuel, Vero y Greta. No iban a venir pero allí estaban. ¡Qué sorpresa! Menudo subidón al ver que tu peque te reconoce y te mira con cara de emoción a la par que con cierta incredulidad.

Con carita de ir cantando un fandango de Huelva.

SEGUNDA VUELTA.
No sabía que ritmo iba a sacar en esta segunda vuelta, simplemente abrí algo la zancada y busqué un punto más. Más velocidad pero sin pasarme, que tuviese la certeza de que podría llegar a meta sin morir.

Ni que decir tiene que seguía pasando a atletas, ahora muchos más desperdigados. Veo que llevo un ritmo de 10mil, incluso algún segundo más rápido, y no me encuentro mal aunque sí ya más achuchado. Además me surge un leve dolor lumbar, quizás por el adoquinado. Volvemos a pasar por el arco, punto de avituallamiento, donde tomo agua para simplemente quitarme la sequedad de la boca. Y a lo lejos tengo un grupo de unos 5 atletas, me centro en ellos para motivarme, pero les voy cazando muy poco a poco. Cuando estoy más cerca creo ver a Leo, sí es él…¿Ah? ¿Qué no os había hablado de Leo?

LUTA ALFACINHA.
El amigo Leo es una de estas personas que conoces primero por un blog, luego os veis en una carrera y poco más. Así de fácil puede nacer una amistad. Nos vemos muy de vez en cuando, siempre entre dorsales y zapatillas, pero estamos en la misma onda.

El caso es que la última vez que nos vimos fue en la carrera de San Juan de Aznalfarache de 2012. Allí tuve el placer de conocer además a su novia, Fani, que es portuguesa, y se quedó sorprendida de que yo llevase la camiseta, “tuneada”, del Sporting de Portugal (Lisboa). Hasta aquí todo normal, pero hete aquí que meses más tarde, en una entrada del blog de Leo, veo que él luce una camiseta del Benfica. ¡¿Cómo?! Su chica es benfiquista y le hizo ese presente. El duelo lisboeta estaba servido, siempre desde el chachondeo y el buen rollo.

Depois da luta. Ganhou a amizade e o amor pelo atletismo
Así que viendo que había una carrera en el pueblo de Leo, que mejor sitio para escenificar nuestro particular derby. ¿Volvemos a la carrera?

DESENLACE LOCAL.
Me voy acercando muy poco a poco al grupo y a falta de algo más de un kilómetro para el final les alcanzo. Metros antes dudaba si quedarme con Leo y llegar a meta juntos o bien pasarle y meterle un gol por la escuadra :D . Decido simplemente seguir con mi ritmo. Paso junto a él y nos animamos mutuamente.

Veo que un atleta que va con él se me pega cual lapa, miro de reojo y leo algo en su camiseta de Villaverde, intuyo que es local y que está luchando con Leo, que nos sigue con esfuerzo. En ese momento me abro ligeramente a la derecha y contemporizo un poco para que el otro atleta no chupe rueda y se empareje a mí. Además le hago un gesto por lo bajini a Leo para que se ponga en medio de los dos y nos siga. Le animo.

Esta situación no duraría mucho, el otro atleta se viene algo abajo, Leo se une a mí y nos vamos codo con codo. Me confirma, con voz entrecortada, que están luchando por ser el podium local, así que me quedo con él. Voy tirando, a la par que vigilando al de detrás, que sigue ahí y no ceja en su empeño. Estamos muy cerca de la meta, animo a Leo y le digo que no nos coge, que nos quedan 200 metros. Un par de curvas, línea de meta y Leo cambia, yo le voy a la zaga. Paso de adelantarle, es su momento.

Recta final.

En lo atlético muy contento con el rendimiento. Las sensaciones muy buenas. El ritmo de la primera vuelta tengo la sensación de poderlo llevar durante mucho tiempo. Y en la segunda vuelta, ya con la tralla de la primera encima, me sorprendió la facilidad con la que cambié el ritmo, que lo pudiese mantener y además creo que lo podría haber aguantado un par de kilómetros más. Esto es buenísimo a estas alturas de la temporada y me ha reforzado psicológicamente para los entrenos que quedan aún para la media maratón que tengo en mente.

En lo personal una satisfacción enorme poder ayudar a Leo en su objetivo. Se esforzó increíblemente ese rato que estuvimos juntos, luchando como un jabato. ¡Grande Leo!

Algunos datos más, 20 de la general y 14 senior maculino. Unos buenos guarismos, aunque la carrera sólo rozó los 200 participantes ya en meta. Una media de 3'49" para 8.200m.

Aquí os dejo el enlace del Garmin: http://connect.garmin.com/activitb

Por último agradecer a Fani las fotos tiradas durante la carrera. Muito obrigado, até breve.

lunes, 2 de septiembre de 2013

¿Por qué corremos?


Bien, es algo que generalmente se pregunta la gente que está a nuestro alrededor, familia, amigos, vecinos o esos que nos ven correr bajo el aguacero tan panchos. Difícil respuesta, se podría decir que nos gusta, simplemente.

Sin embargo el otro día encontré una posible respuesta. Y no es una respuesta que se pueda explayar en cuatro líneas, no tanto por la dificultad de hacerlo, sino porque fue más una sensación, un sentimiento que me arrastraba.

Bien, me explico. El pasado jueves ayudé en la mudanza y acondicionamiento de la nueva casa de uno de mis tíos que se muda a San Nicolás del puerto, en plena Sierra Norte, un paraíso. Nada más llegar a la cancela de su casa y comenzar a descargar bártulos veo que su calle se convierte en una angosta carretera, vieja, llena de baches que se adentraba en la rivera, paralela a la “famosa” playa de San Nicolás.

Minutos después le pregunto a mi tío que a dónde va esa carretera. –No lo sé, - me responde-, pregúntale a Tomás que conoce algo el pueblo. Lo dejo pasar, sigo con mis cosas, colocando una cosa allí, otra aquí.

Nos ponemos a poner una red en la cancela exterior para evitar que entre en el patio la basurilla empujada por el viento. Y yo no hacía más que mirar para el carril y aprovechando que estaba haciendo esta tarea con Tomás, un amigo de mi tío, le pregunto. Tampoco lo sabía, vaya chasco.



Parón para almorzar y tras terminar, ya que no tomo café, salgo a la rivera y me digo voy a estirar las piernas. Casi una hora me tiré “perdido”,  primero por la carretera que llevaba hasta la Ermita de San Diego, que no pude ver ya que había una reja que impedía el paso y rezaba “Propiedad de San Diego”. No sabía yo que los santos tenían propiedades terrenales, ¿pagará IBI?. Al llegar hasta allí y dado que aún tenía ganas fui por diversos senderos, ya de tierra. Ni que decir tiene que no me encontré a nadie, paz absoluta.

Huelga comentar que durante esta excursión tenía unas ganas de correr inmensas pero además de estar en mi día de descanso atlético, sí los corredores también solemos ser disciplinados llegando a ser cuadriculados, no llevaba ropa de recambio para cambiarme a posteriori, si no…Bueno, vale, hice un leve trotecillo cuesta abajo, pero es que se me iban los pies, la inclinación, el aire en la espalda, ¿estarían preocupados por mí?...

No sé si habré aclarado algo, o por el contrario se habrá producido el efecto contrario, es decir una mayor incompresión.