lunes, 10 de septiembre de 2012

II Media Maratón de montaña del Valdigüelo


Siendo lo más somero posible podría decir: la he hecho más rápido que el año pasado, siendo más dura, y encima he terminado mejor. Con esta simple frase quedaría todo dicho sobre la carrera de ayer en Santa Marta de Los Barros (Badajoz), pero me dejaría atrás muchos matices, demasiados.


Mi planteamiento con esta prueba, dado el conocimiento de la edición anterior, era sufrir menos, hacerla más rápida y disfrutar. Podría ser complicado a prior, pero yo sabía que era factible. ¿Por qué? Bien, el año pasado pequé de optimista y hacía más calor, eso como poco. Este año, por el contrario, he metido bastantes más cuestas en la preparación veraniega (a todos ojos insuficiente para lo que esta prueba exige), incluso he deskilometrado un poco y he hecho una semana previa suave. Con ello, y sobretodo con la experiencia previa, creía que el objetivo era posible. Otro reto, secundario, era no caminar, pero ya os anticipo que no pudo ser, es más, diría que debí caminar más.

Vamos sin más dilación a la prueba. Bueno unas horas antes, porque para llegar hasta Sta. Marta hay que madrugar y dormir poco, de hecho creo que dormí algo más de 4 horas, ya que a la 1 de la mañana aún estaba dando vueltas en la cama y a las 5:20 sonó el despertador, importante “handicap”. Venga, venga, demos el tiro!

Salida! Y repaso mi estrategia. La tenía, en serio. En las zonas llanas, hay pocas, no ir más rápido de 4’30”, en las subida ponerse en modo motocultor (no llego ni a tractorcito) en las bajadas recuperar físicamente al inicio de las mismas y recuperar tiempo a posteriori.

Con esto en la cabeza recorro los primeros metros y encuentro un compañero inesperado: Nacho. Me voy con él y vamos parloteando en los primeros 2-3 kms hablando de carreras y objetivos futuros. Relajados, despreocupados. Bien, me dije. Llegamos a la primera rampa y ambos, que ya la conocemos, cerramos el pico y comenzamos el primer calvario. Es dura, muy dura, la más larga de la prueba, más de 2 kilómetros. Aquí cada uno va a su rollo. Muy bonito mirar para arriba y ver a los primeros serpentenado en la subida. Pienso que aquí el año pasado caminé y mucho, pero este año voy lento, pero acompasado y no paro. No me cebo. Nacho pierde unos metros, pocos. Corono con el ánimo de los voluntarios que nos informan: Ahora 3 kilómetros de bajada!!!  Primer cambio de recorrido, el año pasado la bajada no era tan larga. Lo comento no Nacho que me caza pronto y bajamos juntos. Veo que el tiene más ímpetu bajando, o mejor dicho que yo quería recuperar más que tirar. Pero volvemos a parlotear y volvemos a hacer dupla.

Pasamos el segundo punto de avituallamiento, los hay cada 3K aproximadamente. El año pasado girábamos a la derecha, en esta ocasión seguimos de frente en frenético descenso. Sería fácil ir por debajo de 4’, casi sin querer, pero no lo damos todo. Tras el descenso viene una zona de falsos llanos donde volvemos al crucero.

Utilizo esta zona para hacer un auto-chequeo. Las sensaciones son buenas, y voy animado. Casi sin quererlo nos acercamos al ecuador de la prueba. Nacho y yo comentamos que si el año pasado tiramos por allí y subimos por aquel lado, que no era por detrás de aquella loma. Pasamos una capilla, y nos miramos. Por aquí el año pasado no pasamos, definitivamente.

Nuevo punto de avituallamiento, K9. Le comento a Nacho que hasta el K16, aproximadamente, toca subir mucho, pero hay descansos. La primera subida es brutal, brutal. Como será que en medio del campo, de encinas y olivares, hay un tramo que han cementado, supongo que porque los coches no podrían subir por el camino de tierra y grava que habría. La rampa tiene un par. Metros por delante veo a un hombre que camina y no le recortamos nada. Pienso en parar y caminar, pero no, sigo. Creo que aquí estuvo mi gran error. La rampa se empina y de que manera, pasamos el K10, que han señalizado con pintura sobre el cemento y además hay mensaje de ánimo tipo puerto de montaña en ciclismo. A lo lejos se ve algo más pintado en el suelo, te da tiempo a leerlo perfectísimamente, dice algo así como: vamos, ánimo, que no quea’ná!! Durísimo. Afortunadamente, cuando los cuadriceps te van a reventar y no levantas el pié un milímetro del suelo, ves el fin de la cuesta… aprietas los dientes, los puños, bajas la cabeza y echas el resto.

Ahora toca bajar, de nuevo a saco, pero esta vez el margen es corto ya que se vuelve a subir casi enseguida. Nacho, que esta vez no perdió un metro, se lanza en la bajada, yo le iba a seguir, pero mirando al horizonte veo la gente que vuelve a subir. Así que prefiero recuperar en vez de seguirle. Se me escapa, ya irremediablemente. Creo que fui demasiado generoso en el esfuerzo, debí caminar sin duda, y no vaciarme tanto como hice.

Aquí además se produjo el punto crucial, para mí, de la prueba y diferencial con la prueba del año anterior. En 2011 creo que por el itinerario podría haber yo circulado con mi Twingo, por ejemplo, con menor o mayor dificultad, pero hubiese completado la prueba. Este año no. Tras coronar la cuesta cementada lo hubiese tenido que dejar aparcado.

Ya no íbamos por pistas forestales, con más o menos baches, ya era senda con mucha, mucha piedra, planas, guijarros, por lo que ya no es sólo las cuestas, sino que debes buscar la trazada más cómoda para encontrar el mejor apoyo. Eso subiendo, bajando, dónde pretendía recuperar tiempo, ahora vas jugándote el tipo.

Pero volvamos a cuando empiezo a bajar tras la cuesta de cemento, casi inmediatamente se sube, por el terreno éste ya más complicado. La cuesta no parece tan dura pero las piernas van tiesas, estoy pagando el peaje de antes. Afortunadamente sigo corriendo. Nacho se me escapa, así que no pienso más en él. Está claro que, pensando en el perfil que tenía en la cabeza, hasta casi el K16 no iba a recuperar nada. Ya que no había terreno en el que pudiese recuperar tanto como necesitaba. Ya no hablo de tiempo, sino de recuperarme físicamente. Así que modo motocultor y paciencia.

Seguimos por la senda y en el K13 puesto de avituallamiento, en el que camino un poco para beber bien. Dan el agua en vasos de plástico, y en los puntos anteriores no bebí bien, me tiraba agua encima y cogía mucho aire. Incluso en uno de ellos noté algo de flato, así que desde este punto caminé unos metros para beber tranquilamente.

Durante buena parte del recorrido llevaba cerca de mí un ciclista. Había varios, cuyo objetivo era controlar y auxiliar dado el caso. En el puesto de avituallamiento el ciclista ha echado pie a tierra, mientras bebo comentan que por ahí no podía subir, y los voluntarios le aconsejaba rodear la loma. Ya no era sólo era desnivel, que volvía a ser brutal, sino el terreno. Ahora no había piedras, sino terreno algo arenoso, terrones, era campo medio arado y que en ocasiones se desmoronaba a tu paso entre encinas. Complicadísimo. Además había que esquivar las boñigas del ganado, naturaleza en estado puro. Llevaba algunos metros por delante al mismo hombre que comenté antes que caminaba en la subida y en esta ocasión veo que incluso me sacaba distancia caminando. Fue la evidencia, a caminar, a buen ritmo, pero caminando. Veo sorprendido como alguno me pasa andando, como el amigo “Espidalgo”. Me anima, pero lleva otra marcha más que yo incluso caminando, vaya crack. Es además en este repechón donde se llega al 25.1% de desnivel. Ésto no lo percibí, ya que iba caminando, fue más duro para mí la cuesta del K10.


Tras coronar me aproximo a un terreno favorable, donde en mi estrategia inicial quería tirar. Pero el terreno volvía a ser en extremo pedregoso, incluso en ocasiones era necesario saltar rocas. Así que tenías la técnica o ibas lento para no hacerte daño. De hecho me pasó un atleta que parecía volar sobre las piedras, mientras que yo parecía que no quería hacer ruido al pisar: pasos cortos, indecisos, inseguros. No estaba disfrutando, me sabe mal, pero en este punto era así. Tenía las piernas congestionadas, pensaba que aquí debía tirar, pero no podía/sabía. Andaba algo bloqueado y no pude disfrutar de las vistas y del entorno, llevaba la vista clavada un par de metros por delante pensando dónde poner el pie. Pese a mi cautela por no terminar sobre el colchón de guijarros que sembraba el suelo, perdí el pie en un par de ocasiones, sin caer, afortunadamente sin consecuencias.

Me pasan varios atletas, ando algo derrotado. De golpe volvemos a la pista forestal que subimos en el primer “puerto”, pero ahora en descenso. Abro zancada, puedo “correr”. Se me empiezan a descongestionar las piernas y la mente. Puedo liberar el pensamiento y no centrarme en cada paso. Es aquí donde cambio el chip. En este punto llevo una media de 5’12”, la del año pasado fue de 5’09” en global, así que empiezo a calcular. Ya es todo favorable, por mejor terreno, vamos a bajar la media y este año es más duro- me digo. Ahora se había vuelto la tortilla. Mentalmente volvía a estar optimista y las piernas parecían más alegres.

Pero aún hubo una media sorpresa, y digo media porque la vi venir. Me pita el Garmin, K16, y echando un cálculo rápido entiendo que no vamos a volver por nuestros pasos a meta, como en 2011. Si repitiésemos el camino nos faltarían kilómetros para llegar a los 21, así que debe haber algún tipo de rodeo. Esto me hace ser cauto y no tirar a degüello como sí hice en la edición anterior, y tras una curva se confirma la cuestión. A lo lejos veo a los atletas girar a la izquierda y vuelven a subir.


Nuevo punto de avituallamiento y a volver a coger cuestas, pero ya la cosa cambia. Son toboganes, de menor entidad, sobretodo por la longitud, y subo con relativa facilidad, sin cebarme, ¿para qué? Además veo que la media va bajando y echando la vista delante veo que ahora viene un prolongado, pero suave, descenso que simplemente uso para soltar pierna, sin tirar lo más mínimo. El ritmo es bueno, y voy holgadamente por debajo de 5’, y pese a otro repecho y la entrada en meta que también pica para arriba, tenía asegurada la marca y la sonrisa. No se podía pedir más.

Datos Garmin: http://connect.garmin.com/activity/221028768

Así que saco esa conclusión, mejor resultado en un escenario más complicado. Indudablemente me queda mucho que mejorar en este tipo de carreras, todos tenemos nuestros puntos fuertes y débiles, sin duda el mío son las cuestas. Bajo mi nivel clarísimamente en las pruebas donde las hay, soy mucho mejor rodador que “subidor”, pero todo es mejorable. 

Aquí terminaría la crónica, habitualmente, probablemente citándome para la próxima edición, pero antes de acabar hay que destacar “el momento dulce”. El año pasado, en el sorteo tras la prueba, fui agraciado con un kilo de magdalenas caseras “Domi”. Creo que mi chica no ha acogido un regalito de una carrera popular con mayor ilusión jamás. Así que este año, como una semana antes de la carrera, por medio de la organización me puse en contacto con “Domi”, que además es gran atleta y concreté el pedido de dos kilos del nombrado dulce. No creáis que son todas para mí, que hay reparto. El caso es que antes de la salida ya cerramos la transacción y guarde las magdalenas en el coche de Manuel Pinteño (gracias por el transporte, un placer conocer a Ruben y Patri). Pues bien, en el sorteo pos-carrera, otro regalito de productos “Domi”, dos bandejas de pastas “rizadas”, de las que ya me he zampado cuatro, producto muy fino. Así cualquiera no vuelve… ummm

jueves, 6 de septiembre de 2012

Opinión Puma Complete Itana



Ya son 200 kilómetros los que llevo machacando las Puma Complete Itana, así que creo es un buen momento para dar una primera opinión sobre las mismas.

Quizás no os sea muy útil, ya que no es un modelo popular, difícil de encontrar y además en el mercado ya está su segunda versión. Pero a lo mejor alguien sí pueda sacar provecho de estas líneas.

La primera sensación al salir a rodar por primera vez con las Itana es que no noté nada. Me explico, generalmente cuando estrenamos una zapatilla notamos que la amortiguación es nueva, que son supercómodas, un extra en cada paso. Pues bien, eso no ocurrió.

¿Es ello malo, bueno? No lo sé. ¿Por qué pasó esto? Entonces dándole vueltas a la mollera decidí comparar su rendimiento, ahora tras los 200 kilómetros, con las otras zapatillas del mismo segmento que he estado usando recientemente. Por un lado las Brooks Infinit 2 (ya está fuera de combate) y por otro las Saucony Progrid Hurricane 12 (ya con casi 700 kilómetros).


Son zapatillas diferentes, las tres, pero ya que estoy lejos de ser un experto voy a basarme en mis sensaciones con ellas para hacer la comparativa.

Con respecto a las Brooks creo que las Puma pierden en todo, aunque la durabilidad está aún por ver. Las Brooks me enamoraron tras unos inicios tormentosos, pero superan a las Itana de todas las vertientes. En respuesta, en velocidad crucero, la vapulea en lo que a amortiguación delantera se refiere (especialmente en la zona del metatarso), aunque quizás anden más igualadas en amortiguación trasera.

Con las Brooks he llegado a hacer series de 2.000 y 3.000 entre 3’40” y 3’45”, con las Itana ni me lo planteo, no invitan a ello, no las elegiría, de hecho no creo que ni lo intente hacer, son mucho más rodadoras. Posiblemente ahí pueda estar su fortaleza frente a la Infiniti 2, pero ésta me ha acompañado en la preparación de medias maratones sin rechistar, a ritmos exigentes, e incluso cuando acompañé un amigo 30K en la pasada maratón de Sevilla respondieron perfectamente, así que creo que las Puma tampoco la superen en ese aspecto, a los sumo empatarían.

Si hablamos de corrección también hablamos de zapatillas distintas. Las Brooks son de “guía de pisada”, y las Puma de control, con una doble densidad que va desde el puente hasta el talón. Sin embargo, y con solo 200 kilómetros, ya veo los primeros indicios de deformación del chasis en la zapatilla derecha, donde tengo mayor pronación. Sin embargo en las Brooks, ya retiradas con algo más de 1.000 kilómetros, la deformación es mínima. Eso sí, en ambos casos no he sufrido rozaduras ni realmente siento la corrección, así que este punto empatan (hay que animar a las Itana que se me deprimen).
Ahora miremos a las Saucony Hurricane 12. Aquí las Puma salen victoriosas, son más rápidas, menos torpes, aunque más austeras en confort podríamos decir, sin ser incómodas, no nos confundamos. Con las Itana he hecho progresivos terminando por debajo de 4’00” y controlados a ritmo entre 4’05” y 4’10”, es más creo que se podrían hacer más rápido, y las zapatillas de la marca alemana se han mostrado muy cumplidoras en esa franja de ritmo. Sin embargo, para mí, llegar con las Saucony a esos ritmos es mucho más complicado, son un colchón en el que confiar para largas kilómetradas a ritmos más modestos.

Las Puma tienen algo menos de amortiguación y con un tacto más firme que invita a ir más rápido que con las Saucony. También creo que las Hurricane están diseñadas para personas con mayor pronación que la mía (aunque no me hacen daño ni noto nada raro) y quizás personas de mayor peso, aunque las Itana también deberían soportar “grandes tonelajes”.


En conclusión, que nos encontramos con una rodadora algo respondona. Buena amortiguación, quizás algo escasa delante, que sin ser un colchón es suficiente. Además su tacto firme te invita a confiar en ella para subir algo el ritmo en los rodajes. No me planteo usarlas en ninguna competición, aunque les daría alguna oportunidad en la maratón.

Pese a que no creo que vaya a pasar a ser una de mis zapatillas favoritas, creo que se convertirá en una eficiente compañera en esta temporada que recién comienza.