viernes, 23 de abril de 2010

Carrera Nervión San Pablo 2010

El espíritu con el que afronté esta segunda carrera, tercera del circuito, fue bastante mejor que la de Distrito Macarena. Llevaba unas semanas entrenando a buen ritmo con mi hermano y algun compi de mi exequipo, lo cual me puso las pilas bastante. Además tras la visita al podólogo mis sensaciones también habían mejorado.


A las 9:05 y tras ver como Fernando Alonso se saltaba el semáforo en rojo del GP de China, mi hermano y yo salimos al trote cochinero hacia el estadio de San Pablo. Buen ambiente había, sinceramente me sigue sorprendiendo la gran cantidad de gente que participa, nada que ver con el año 2004 o 2005 donde creo que corrían menos de la mitad. ¡Genial!


En esta ocasión, y tras unos breves estiramientos, nos colocamos mejor que en Macarena, más pegaditos adelante pero sin estorbar a las fieras. Una vez se dio la salida yo tomé la iniciativa, sorteando algunos atletas por la acera o por donde se podía. Creo que alcanzamos un ritmo de crucero bastante rápido, pero no lo puedo verificar, ya que el primer kilómetro nos salió a 3 algo…vamos impensable, así que aunque seguí picando ya no echaba mucho ojo al crono y pasé a correr por sensaciones.


Los kilómetros pasaban, mi hermano y yo no dejábamos de adelantar a gente, con nuestro ritmo constante y progresivo. Sinceramente creo que hicimos una carrera inteligente, de menos a más y guardando un poco para el final.


Una vez pasada la zona de Viapol comenzaba la “vuelta atrás”, aquí pegué un pequeño tirón, subí un diente más, sin abusar. Mi hermano y yo respondimos bien, aunque esta zona tenía cierta pendiente, muy suave, pero creo que se notaba. Llegando a la zona de Santa Justa veo que se me enciende la primera luz de alarma. No era grave, pero ya no voy con la alegría de antes, además comienzo a pensar en el puente de la carretera Carmona, soy un cagadete para las cuestas.


Pasamos junto al puente de San Pablo y adelantamos a un compi de Grupo 10 que no anda fino. Le animamos a que nos siga, que se acople, pero se ve que iba justo y no quería arriesgar. Llegamos al temido puente de la carretera Carmona y lo subo con tranquilidad, mi hermano apenas me saca 2 o 3 metros, pero casi sin darnos cuenta ya estamos arriba.


Ahora viene el pero de la carrera. Antes de la salida, mientras calentábamos vimos el punto kilométrico 9. Pensamos que si la carrera tenía 9.250 metros la llegada era nada más entrar en las pistas, que no había que dar la vuelta de 400 metros. De hecho verificamos visualmente que así parecía que embocabas las pistas directo a meta. Dicho esto, cuando ya con el hígado asomando por la boca veo el punto kilométrico 9, pico, miro el reloj y veo 4’03… me sube la bilurribina y tiro a muerte, pero a muerte muerte. Emboco la entrada al estadio, cazo a mi hermano que me había sacado unos metros, le doy un toque en la espalda y le digo ‘vamos’. Él también arranca y me sigue, pero me dice “¡¡¡¡hay que dar la vuelta a la pista!!!!”



¡¡¡QUÉ!!! Esto me sentó como un jarro de agua fría, casi me paro en seco. Si desde el k9 había adelantado a 10 tíos, en la contra recta de la pista ya me habían pasado 20. Sólo en los últimos 100 metros me vi con ganas de abrir algo de piernas y proteger mi posición.


El tiempo final, por mi crono, fue de 41:09, lo que da una media de 4’19” si le echamos cuenta a la medición de un compi que me decía que su GPS marcaba 9.510 metros. Lo que me parece claro es que los 9.250 no eran para nada ciertos.


La media genial, en Macarena fui a más de 4’30”, el desarrollo de la carrera perfecto, pero esto último me cabreó bastante. Quizás se hubiese traducido en 10 o 12 segundo menos y quizás otros tantos puestos, pero la verdad es que me jodió.


Bueno, aquí no se acaba el mundo, que mucho peor lo hemos pasado. Me quedo con la evolución constante y que esta vez sí tenía ganas de competir y me lo pasé muy bien la mayor parte del tiempo, que es de lo que se trataba. Además ya tengo dentro el gusanillo, y nada más terminar ya estaba pensando en afinar entrenamientos para mejorar…¡Ufff ya estoy enrollao en esto otra vez….ayyy omá!


Continuará...




martes, 13 de abril de 2010

Visita al podólog@




Llevo unas jornadas, bueno muchas, sin escribir, pero es que desde el punto de vista “del correr” no ha pasado nada especialmente relevante. Pero sí fuera “de las pistas”.


Creo que os dejé con la intriga de mi lesión que me tenía fuera de juego para la Popular de Amate. Creí que era facia lata, pero resultó ser el vasto externo en su inserción con la rodilla, de ahí que sintiese una molestia similar. Era el segundo problema en la misma pierna, y casi en la misma zona, en poco más de 5 meses.


Mi fisio me alertó. Eres mayor, más peso, ¿te has mirado alguna vez la pisada?...Va a ser que no. Siempre he usado zapatillas neutras y nunca tuve ningún problema, al menos que yo sepa, achacable a mi pisada o al calzado. Pero ahora me asaltaba la duda y sobre todo la curiosidad. Fue mi fisio el que recomendó visitar al podólogo, en este caso podóloga, Sandra, de Podosevilla.


Así que tras Semana Santa concerté la primera cita. Al abandonar la consulta, la verdad, salí con una sensación de total asombro, cual pitonisa me había “leído” en mis piernas parte de mi carrera deportiva y descubierto muchos de mis hábitos a la hora de correr y caminar.


Creí que sólo me iba a “tocar” los pies, sin embargo el análisis fue mucho más lejos. Articulaciones, músculos y todo le daba información que yo corroboraba. Ciertamente flipaba. En el primer minuto ya concluyó que era pronador al ver mis zapas viejas, que hábilmente llevé a la consulta.



Al inicio creyó que iba a ser pronador severo, sin embargo a medida que fue analizando más cosas la “gravedad” del asunto fue decreciendo. No era tanto la pronación como sí cierta rotación en mi cadera. Lo sé, algún fallo tenía que tener el nene, no soy perfecto.


Tras otras verificaciones optó por hacer algunas pruebas previas para concluir si necesitaba o no plantillas. Así que quedamos para el día siguiente poner unos “extras” a las propias plantillas que ya trae el calzado en mis zapas de entrenamiento. Son como unos apéndices con la idea de evitar la pronación.



La verdad es que la primera sensación al entrenar con ellos es que algo es rara, pero sin llegar a ser molestia. A veces sentía algo en el tobillo, otras veces en la rodilla, en una pierna, en otra. Pero todo bien.


Ahora un par de semanas de prueba y nueva visita al podólogo, para analizar sensaciones y ver si es necesaria más corrección.


En este punto debo decir que la visita la recomiendo sobremanera, simplemente por el hecho de ver lo que se puede descubrir en 20 minutos sobre tu cuerpo con un rápido vistazo de esta profesional. Merece la pena.


Nos vemos en San Pablo.


Continuará.